“El conflicto es el gran lubricante de los acuerdos”
El reconocido abogado español Antonio Baylos conversa sobre las relaciones entre trabajadores y empresarios.
¿Cómo define usted el diálogo social?
En Europa se define el diálogo social como una relación informal mediante la cual los grandes interlocutores sociales, es decir, los sindicatos y los empresarios, llegan a pareceres comunes sobre aspectos de la política económica y social de un país determinado. El diálogo social puede producir negociación colectiva, concertación social, siempre desde cierta informalidad, evitando cualquier tipo de institucionalización.
¿Puede el diálogo social incluir a sectores externos a sindicatos y empresas, por ejemplo, a los consumidores?
El diálogo social se da fundamentalmente entre empresas y sindicatos. El sindicato de trabajadores europeo aborda a los trabajadores activos, autónomos y jubilados. De otro lado están las asociaciones empresariales, que agrupan desde la pequeña hasta la gran empresa. La necesidad de incorporar a otros sectores, como consumidores y usuarios, se produce en la institucionalización del diálogo social a través de los consejos económicos y sociales. En el caso de Europa, el diálogo social no se da con ese sector.
¿Qué papel desarrolla el Estado?
Es un tercer personaje imprescindible. En el caso europeo tenemos una instancia supranacional, que es la Unión Europea (UE). El diálogo social en la UE es un principio político fundamental en el cual los poderes públicos están comprometidos; además, cada vez que el poder público europeo tiene que legislar sobre política social necesariamente debe consultar a los interlocutores sociales. En la UE el diálogo social cobra una corporeidad mucho más fuerte que en nuestros sistemas nacionales, en donde no aparece como una obligación del poder público.
Las empresas suelen tener la sartén por el mango. ¿Ha cambiado esta situación?
Debemos partir del supuesto de que la relación entre trabajadores y empresas es asimétrica. La negociación colectiva y el diálogo social tienen la función de nivelar la clara asimetría existente entre los que tienen el poder económico y la clase subalterna. El diálogo social se produce entre dos poderes. Uno tiene más poder que otro. Pero ninguna de las partes puede sentir que carece de su cuota de poder y que no puede pactar. El dialogo social es una técnica de equilibrio que busca influir en las políticas económicas y sociales que se adoptan en los países.
Digamos que se busca un punto medio.
El punto medio es una posición. Probablemente si lo vemos externamente, podremos notar que el llamado punto de equilibrio al que se llegó no era tal, sino que estaba desequilibrado a favor de una de las partes. Es muy difícil para las partes determinar cuál es el punto medio.
¿Cómo define usted el diálogo social?
En Europa se define el diálogo social como una relación informal mediante la cual los grandes interlocutores sociales, es decir, los sindicatos y los empresarios, llegan a pareceres comunes sobre aspectos de la política económica y social de un país determinado. El diálogo social puede producir negociación colectiva, concertación social, siempre desde cierta informalidad, evitando cualquier tipo de institucionalización.
¿Puede el diálogo social incluir a sectores externos a sindicatos y empresas, por ejemplo, a los consumidores?
El diálogo social se da fundamentalmente entre empresas y sindicatos. El sindicato de trabajadores europeo aborda a los trabajadores activos, autónomos y jubilados. De otro lado están las asociaciones empresariales, que agrupan desde la pequeña hasta la gran empresa. La necesidad de incorporar a otros sectores, como consumidores y usuarios, se produce en la institucionalización del diálogo social a través de los consejos económicos y sociales. En el caso de Europa, el diálogo social no se da con ese sector.
¿Qué papel desarrolla el Estado?
Es un tercer personaje imprescindible. En el caso europeo tenemos una instancia supranacional, que es la Unión Europea (UE). El diálogo social en la UE es un principio político fundamental en el cual los poderes públicos están comprometidos; además, cada vez que el poder público europeo tiene que legislar sobre política social necesariamente debe consultar a los interlocutores sociales. En la UE el diálogo social cobra una corporeidad mucho más fuerte que en nuestros sistemas nacionales, en donde no aparece como una obligación del poder público.
Las empresas suelen tener la sartén por el mango. ¿Ha cambiado esta situación?
Debemos partir del supuesto de que la relación entre trabajadores y empresas es asimétrica. La negociación colectiva y el diálogo social tienen la función de nivelar la clara asimetría existente entre los que tienen el poder económico y la clase subalterna. El diálogo social se produce entre dos poderes. Uno tiene más poder que otro. Pero ninguna de las partes puede sentir que carece de su cuota de poder y que no puede pactar. El dialogo social es una técnica de equilibrio que busca influir en las políticas económicas y sociales que se adoptan en los países.
Digamos que se busca un punto medio.
El punto medio es una posición. Probablemente si lo vemos externamente, podremos notar que el llamado punto de equilibrio al que se llegó no era tal, sino que estaba desequilibrado a favor de una de las partes. Es muy difícil para las partes determinar cuál es el punto medio.
En la práctica, ¿qué parte predomina?
Históricamente, en el diálogo social español ha primado una posición más empresarial que prosindical. En los años 80, por ejemplo, los acuerdos son más proempresariales. Hacia fines de los 90, en cambio, existen acuerdos donde se da lo contrario: se defiende el trabajo estable, pero actualmente cada pacto tiene su equilibrio. No se puede decir que los acuerdos son proempresariales, tampoco estamos en el auge de la lucha de clases, con los trabajadores arrinconando a los empresarios. Los empresarios tienen el capital, pero dependen de la fuerza de trabajo de los sindicatos.
¿Los sindicatos no podrían aprovecharse de esa dependencia?
Sí, este elemento es central. Los sindicatos ganan la opinión pública a su favor, eso es evidente. Pero si bien la huelga como medida de detener la producción es un arma, el capital tiene muchas armas más. Ahora, es importante destacar que el diálogo social no anula el conflicto. El conflicto está allí y es el gran lubricante de los acuerdos. Si no hay acuerdo y se adopta una política contraria a los trabajadores, inmediatamente habrá huelga. El efecto es la renegociación y la retirada de esa medida.
¿Qué tan aplicable es la receta europea en países como el Perú?
¿Los sindicatos no podrían aprovecharse de esa dependencia?
Sí, este elemento es central. Los sindicatos ganan la opinión pública a su favor, eso es evidente. Pero si bien la huelga como medida de detener la producción es un arma, el capital tiene muchas armas más. Ahora, es importante destacar que el diálogo social no anula el conflicto. El conflicto está allí y es el gran lubricante de los acuerdos. Si no hay acuerdo y se adopta una política contraria a los trabajadores, inmediatamente habrá huelga. El efecto es la renegociación y la retirada de esa medida.
¿Qué tan aplicable es la receta europea en países como el Perú?
Las tasas de afiliación del sindicalismo en Europa no pueden ser comparadas con las peruanas, más teniendo en cuenta que en este país se ha producido un largo periodo de desestructuración social y política. Esto ha motivado que en muchas ocasiones haya faltado el elemento básico y primario en cualquier diálogo social, que son las condiciones democráticas.
Publicado en Punto.edu Número 29, año 1.
Publicado en Punto.edu Número 29, año 1.
No comments:
Post a Comment