“Siempre hay que dudar de la información que se da sobre China”
Doctor en literatura, hermano de las Escuelas Cristianas, sinólogo, traductor, actor de cine, profesor en universidades peruanas y chinas, Guillermo Dañino ha vivido más de un cuarto de siglo en China.
¿Qué tanto ha cambiado China desde su apertura al mercado internacional?
Es otro país. Yo enseñaba español a los profesores chinos. Cada familia vivía en un pequeño cuarto donde tenían las camas y una mesa que les servía de comedor y de apoyo para cualquier otra actividad. En el corredor tenían las cocinas y, al fondo, un baño común. Cuando yo llegué a China, en 1979, sentí que bajaba a una sociedad muy limitada. Ahora es al revés, ahora esos profesores tienen un departamento completo con sala, baño, cocina, tres dormitorios.
¿Cómo llegó a China?
Enseñaba semiótica en tres universidades: en la PUCP, la de Lima y San Marcos. Soy hermano de la congregación lasallana y entonces vivía en la comunidad de noviciado en Ñaña. Un día me citaron en la embajada china y el agregado cultural me pidió que enseñar en una universidad de su país. Mi provincial dijo que no necesitaba pedir permiso. De eso hace ya casi 26 años. Desde ese entonces, me he sumergido en el universo chino como en un océano y trato de no ahogarme.
Hasta ha sido actor de cine en China.
Cuando llegué a China se estaba filmando una película sobre la vida de una campeona de esgrima. El campeonato había sido en Madrid y hubiera resultado extraño que los madrileños fueran chinos, así que los productores fueron a la universidad a pedir ayuda a los profesores y los estudiantes extranjeros, y yo me ofrecí. Ahí comenzó mi carrera en el cine, he hecho casi 25 películas en China representando a personajes occidentales, como embajadores europeos.
La imagen que proyecta China es la de un país próspero. Sin embargo, se dice que el otro lado de la moneda lo constituye la violación sistemática los derechos humanos.
Uno no puede guiarse por la información que aparece en los periódicos, que puede estar manejada según ciertos intereses. Personalmente, no tengo conocimiento de ningún caso concreto sobre algo negativo en este tema. Ahora, tampoco me constan todas las bondades de las que hablan los chinos de sí mismos.
Pero es conocido el caso de un obispo apresado y se habla de persecuciones a la Iglesia Católica…
¿Cree que a un obispo lo meten a la cárcel por nada? La Iglesia Católica china se defiende de la intromisión de autoridades extranjeras. En China no quieren depender ideológicamente de instituciones extranjeras, porque pueden causarles problemas de desorden y ellos buscan tranquilidad para trabajar. Hace algunos años, por ejemplo, nació un movimiento religioso muy extraño que aglutinó muchísima gente. Resultó un problema social porque hacían manifestaciones pacíficas, pero multitudinarias, que causaban un gran desorden. En China es muy fácil encontrar millones de personas y este tipo de cosas hace que el gobierno chino tenga muchísimo cuidado con todo lo que le puede causar desorden social. Este movimiento tomaba formas tradicionales chinas y se oponía al gobierno. Es bastante ilustrativo que el creador de esta “nueva religión” vive en Estados Unidos, apoyado por el gobierno norteamericano.
¿Le parece entonces que la información es muy sesgada?
Siempre hay que dudar de la información que se da sobre China. Por ejemplo, es muy conocida la imagen de lo que sucedió en la Plaza Tiananmen, esa de un estudiante que se para frente a una fila de tanques. Pero no presentan la continuación de la imagen porque no les conviene. El estudiante se acerca, habla con el conductor del tanque y este le da a entender que el problema no es con los estudiantes.
¿Quiere decir que los medios mintieron sobre Tiananmen?
En una manifestación “de estudiantes” que duró seis semanas es imposible que no haya habido infiltraciones de algún enemigo político de China. Dos jesuitas norteamericanos me contaron que en la época de estos sucesos, ellos estuvieron en una reunión de billonarios taiwaneses y, en un momento, escucharon que estaban hablando de cómo mandar armas a Tiananmen. Allá había carpas en donde se daba comida y había entretenimiento, bailes, música y espectáculos. Les mandaban todo, ni siquiera habían tenido el cuidado de sacar las etiquetas de Made in Taiwán a las carpas.
¿Qué tan influida se ha visto la literatura china por las formas narrativas de occidente?
Hay un gran interés y una gran apertura. Sin embargo, esta apertura a la literatura contemporánea tiene relación especialmente con los contactos que ellos tienen. Recuerdo haber leído una encuesta en China sobre las principales obras literarias del mundo y entre las 20 obras más notables no aparece El Quijote.
Entonces, es imposible pensar que haya llegado literatura peruana.
No, yo he participado en la traducción de las novelas de Vargas Llosa y me consta que casi toda su obra está traducida al chino. En una ocasión salió un afiche en chino de los títulos traducidos y se lo mandé a Mario, le gustó saber que lo estaban leyendo en China.
Publicado en Punto.edu. Año 1, número 27.
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