Sunday, March 19, 2006

Francisco Durand

“El Estado se achica frente a la gran empresa”

Sociólogo egresado de la PUCP con Ph D. en la Universidad de California en Berkeley. Ha estudiado las relaciones entre el empresariado y el poder político, sobre lo cual ha escrito numerosos libros y artículos. Actualmente enseña en la Universidad de Texas en San Antonio.


¿Cuál es la posición actual del Estado frente al mercado?
No es una relación entre iguales. El Estado está muy debilitado y tiene poca voluntad de equilibrar la relación. Aún si tuviera el poder, no lo usa. Por ejemplo, la Superintendencia de Banca y Seguros podría regular a los bancos, pero esta voluntad es mínima o inexistente. Lo mismo ocurre con las AFP y las grandes empresas que pagan menos impuestos de lo que deberían. El problema radica en el enorme peso del poder económico y un Estado muy empírico y heterogéneo que no emplea las pocas capacidades que tiene y le teme al poder económico. El Estado se achica frente a la gran empresa.

¿Si se requiere atraer inversionistas, es correcto otorgarles estímulos y facilidades?
Sí, pero no se tiene que dar regalos, favores o contratos y que se cambian sólo cuando favorecen a la empresa. El Estado debe velar por el interés público. Ninguna empresa deja de venir al país cuando tiene seguridad y rentabilidad. Lo que ha ocurrido es que se han otorgado exoneraciones y salvatajes que no tenían razón de ser.

¿Qué clima genera la actual coyuntura electoral donde algunos candidatos proponen renegociar contratos?
Genera preocupación. Esto se produce, en parte, por la propia actitud de los empresarios de considerar que las facilidades adquiridas no se pueden cambiar y por ello presentan la idea de que el cambio es afectar las reglas de mercado. Recuerdo que cuando se discutía el caso de las empresas eléctricas, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía saco un comunicado en julio de 2001 donde decía que el hecho de que SUNAT cobre los impuestos era afectar las reglas del juego y ahuyentar la inversión, cuando se trataba de que si ellos tenían utilidades, pagaran.

¿Cómo debe actuar el gobierno?
El Estado debe ser llevado por gente con vocación de servicio público y que quiere representar a las mayorías. Si eso ocurre, debe enviar las señales claras a la burocracia de que los intereses públicos primarán sobre los privados y tiene que cerrarle los espacios a los lobbies o a quienes quieran infiltrarse en el Estado para evitar un cambio. Por último, debe ser transparente con el público.

La reforma del Estado ha sido entendida como reducción del Estado…
Actualmente creo que es muy difícil que se haga una reforma del Estado, debido a que los grandes grupos de poder económico y las mafias burocráticas son las más interesadas en que no haya reforma alguna porque han logrado hacer de ese Estado un instrumento que les permite defender ciertos derechos o ampliarlos. Para emprender una reforma hay que enfrentarse a esos intereses, se requiere voluntad política y apoyo popular. Esa sería la verdadera reforma si lo que se quiere es tener un Estado eficiente basado en la meritocracia con capacidad técnica y homogénea. No se puede hacer una reforma en SUNAT y no en Aduanas. No puedes tener un Ministerio de Economía con una unidad de estudio muy avanzada mientras el resto de ministerios sigue viviendo en la era de la máquina de escribir.

La ansiedad del mercado por tener el control es también una puerta abierta a la corrupción.
Sí, porque cuando no se logra ejercer influencia, se corrompe o corteja al funcionario, que es una forma de corrupción. Todas las entidades públicas, excepto la SUNAT, aceptan regalos de Navidad. Esto no debe ser así. La solución es que los funcionarios sepan decir “no” y exista una normatividad. Parece sencillo, pero tener esa calidad de funcionario es difícil. Esto tampoco significa una persecución implacable a las empresas o a la inversión, porque las empresas tienen problemas, pero así como se habla con las grandes empresas, se debe hablar con el pequeño contribuyente, si no, no hablamos de un Estado Nación, sino de un Estado cascarón.


Publicado en Punto.edu

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