Monday, November 28, 2005

Carlos Mesa

Ex presidente boliviano conversó sobre los problemas de la gobernabilidad y la estabilidad política en los países andinos.

La gobernabilidad parece ser un problema constante en los países latinoamericanos…
El problema fundamental de las sociedades latinoamericanas y específicamente andinas es que los Estados nacionales han entrado en crisis. El diseño del Estado que se hizo en las décadas anteriores y que tuvo un rango de funcionamiento, eficiencia y visión, se agotó y no se ha producido un proceso de sustitución. El Estado moderno neoliberal con la idea de la reducción del Estado y disgregación de responsabilidades no tuvo un buen resultado. El segundo problema está ligado al sistema político de partidos que creyó que la administración del gobierno se convertía en el control indefinido y la reproducción del poder de un núcleo muy pequeño. Como resultado, se perdió credibilidad, aumentó la corrupción, el prevendalismo y se rompió la relación entre electores y gobernantes. El tercer elemento es que los movimientos sociales que tenían una consistencia ideológica muy fuerte en las décadas de 1970 y 1980 se han ido fragmentando y ya no responden a directivas ideológicas. Por lo tanto van funcionando de manera autónoma y anárquica generando una confrontación en la que no hay un elemento ordenador.

Los indígenas se sienten desatendidos ¿Qué tan positivos son los afanes de reivindicación como los encabezados por Evo Morales?
En Bolivia y Perú los indígenas han sido excluidos y discriminados sistemáticamente. Una reivindicación es absolutamente legítima. Es la primera vez que líderes indígenas tienen posibilidad de llegar a la presidencia de la república. Creo, sin embargo, que no debiera hacerse una identificación del liderazgo de un indígena con reivindicaciones estrictamente indígenas. En el caso de Evo Morales, el concepto político que representa esta más allá de una reivindicación de carácter indígena específicamente.

En el imaginario popular se tiene a los indígenas como una masa ignorante y, por ende, manipulable. ¿Lo son realmente?
Son tan manipulables como un hombre en La Paz, Santa Cruz, Lima o Arequipa. Manipulables somos todos y creo que cada día lo somos más. Aun en ciudades como Nueva York, Estocolmo o Madrid puedes encontrar clases medias fuertemente manipulables y condicionadas por la vacuidad de la televisión

¿Por qué somos tan manipulables?
Hemos perdido un valor fundamental que es la ideología. Suponer que hay que perder la ideología o desideologizar a la gente es una tontería. Hay que recuperar el concepto de las ideas como los conceptos ordenadores de una propuesta política. En segundo lugar, existe una fuerza muy grande de los medios audiovisuales y eso está convirtiendo las campañas en una venta de productos más que en una propuesta de país. En tercer lugar, hay una frivolización general. Todo esta devaluado y la política parece ser otra moda.

¿Qué se puede hacer desde la clase política para que los candidatos no sean vistos de la misma manera como cuando se promociona un chicle o un champú?
Es difícil hacer algo porque estamos viviendo una ola mundial en esa dirección. Hay que plantear una recuperación del sistema político. Hay que renovar el sistema político y no destruirlo. Hay que sacar del juego a quienes lo degradaron y envilecieron al punto de hacerle perder la credibilidad. Recuperar el sistema político quiere decir crear partidos que con ideas, crear liderazgos consistentes y no olvidar que la sociedad también ha sido contaminada por la corrupción y la falta de principios. Es decir, la clase política no es ajena a la sociedad que la produce y hay que preguntarse cuáles son las enfermedades de sociedades como las nuestras que están produciendo estos resultados.

Se ha perdido la fe en la clase política y a la vez en la política misma.
Este es un fenómeno generalizado y peligroso porque la política es la expresión más alta de la conducta humana y es el mecanismo fundamental de ordenamiento, desarrollo y administración de una sociedad. La política no puede devaluarse al punto de ser una mala palabra. Hay que replantear nuestra visión de lo democrático y eso sólo se logra con la participación objetiva de la gente. Esta no debe ser confundida como una posibilidad para todos de hacer lo que a cada uno le parece mejor, ya que se puede entrar en la anarquía, que desde el punto de vista teórico puede ser muy interesante, pero desde el punto de vista práctico puede ser el infierno.

¿Cómo se logra un consenso en un país tan multicultural?
Primero, hay que entender y respetar al otro. El problema fundamental de Bolivia y que quizá se pueda aplicar al Perú es que no existe el concepto de una sociedad de iguales porque hay mucho racismo. Este implica desprecio y odio. Si no se rompe esa barrera fundamental es imposible construir la posibilidad de que nos miremos a la cara como iguales. Siempre he dicho que los bolivianos pensamos que nuestro padre es un violador y nuestra madre es una violada y consentidora. Un individuo con esos padres no puede tener equilibrio ni autovaloración ni seguridad en su identidad. Tenemos que saldar cuentas con nuestro pasado. Creo que las sociedades peruana y boliviana se construyeron en el siglo XVIII porque es allí donde se funde lo mestizo como elemento ordenador de esta sociedad.

¿Cómo podemos encontrar una identidad teniendo en cuenta nuestro pasado indígena y colonial?
Debemos tener en cuenta que el mestizaje no es uniformización, somos una expresión muy diversa donde una lengua distinta enriquece y no empobrece. Debemos rescatar esas lenguas y visiones de mundo e integrarlas a la sociedad. La pluriculturalidad no es un problema, es un potencial de enriquecimiento

La región sudamericana esta convulsionada. Tenemos problemas con el mar y el gas
La coyuntura es negativa, pero el mediano plazo indica que vamos camino a una solución. América Latina está caminando a la integración, que es un camino inevitable y necesario. La confrontación de Perú y Bolivia con Chile es una piedra en el zapato. Creo que estos tres países están condenados a entenderse, a vivir juntos y a construir un futuro juntos. Debemos resolver a historia de desencuentro y brutalidad vivida en la Guerra del Pacífico. La primera solución es que Perú y Bolivia funcionen en un proceso de integración energética porque solamente así lograremos romper el desequilibrio de la relación con Chile que es un país económicamente más desarrollado y políticamente más estable que Perú y Bolivia.

¿Cómo solucionar el conflicto, si están inmersos sentimientos como nacionalismo, xenofobia y resentimiento de un país hacia otro?
Primero, entendiendo que hubo un hecho histórico que debe repararse. Segundo, rompiendo prejuicios. Bolivianos y peruanos nos miramos al espejo y no nos gusta. Somos iguales. Nuestros defectos los magnificamos y tenemos un complejo respecto a Chile. Hay que recomponer una relación que nunca debió romperse. Por ello, siempre he reivindicado a Andrés de Santa Cruz porque supo que había que reunirse y apelar a una frase de Diego Portales que dijo que Bolivia y Perú juntos serán siempre más que Chile.

Perú, Ecuador y Bolivia tienen presidentes se renuevan y no necesariamente de manera democrática. Le parece factible un proyecto como país.
Uno no debe leer un país en torno a una situación particular. Bolivia recuperó su democracia en 1982 y hasta el 2002 mantuvo una estabilidad absoluta y la construcción de un sistema democrático que se debilitó por esta crisis de Estado. En Ecuador puedes encontrar una inestabilidad mayor que en Perú y Bolivia, pero creo que eso no implica la imposibilidad de construir nación. Lo que hay que entender es que no se resuelve el problema con una elección, hay que resolverlo la crisis de estado que estamos enfrentando.
Publicado en Punto.edu número 32, año 1.

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