"Creo que el liderazgo femenino será percibido como una nueva ilusión"
¿Cómo nace su vocación política?
En la vida universitaria. Mi primera aproximación al interés por lo colectivo fue en la universidad. Tan pronto ingrese a la Católica en el año 77, comenzó el ciclo en el que se preparaba la Asamblea Constituyente en el país. Y la Universidad fue muy activa en el debate público sobre los temas. Me gustó quizás el contraste, tanto el Centro Federado de Derecho como la Federación de Estudiantes eran dominados por la izquierda. Y yo tenía claro que esas no eran las ideas en las que yo creía. Así es que un poco por el contraste y los debates iniciales, muy pronto busqué un contacto con mi partido, el PPC, porque el hermano de Bedoya era abogado de mi padre. Así que en segundo ciclo estaba matriculada, sacando planillones para el PPC y haciendo vida activa. Y luego comenzó una vida universitaria, como delegada de clase, miembro del Tercio Estudiantil, miembro de la Asamblea Universitaria, y eso combinado con el quehacer político. Así que la universidad fue para mí un centro, un laboratorio de divulgación de las ideas muy interesante.
¿Cómo es para una mujer llegar a una posición de liderazgo en política?
Creo que he vivido todavía en el privilegio de la excepción, no somos muchas las mujeres que estamos en esta actividad y cuando se abre un camino puede ser muy promisorio. A veces falta que se le brinde a la mujer la oportunidad de poder demostrar que tiene la tenacidad, la voluntad y el empeño para hacerlo. Yo creo que a mí sí me han dado oportunidades, no puedo quejarme, a mí me han ido abriendo caminos y he procurado ser fiel a ellos. He podido trabajar como me gusta y le he puesto empeño al asunto.
Los partidos están obligados a colocar mujeres en sus listas al parlamento ¿Cree que esa ley ayuda?
Sí, yo la impulsé en el Congreso y creo que en los hechos se ha demostrado que obligados los partidos a buscar figuras femeninas y hay de todo, hay figuras muy valiosas a quienes justamente se les da esa oportunidad, hay figuras que no lo son tanto. Creo que es un mecanismo forzado de participación de la mujer, pero permite eso que estoy diciendo, abrir el camino que es muy importante.
¿Hasta cierto punto, no puede ser denigrante? Lo digo hace unos años Beatriz Merino decía que para los partidos políticos la mujer es como una corbata, se dice: vamos a hacer una plancha con una mujer, por el hecho de ser mujer y no por lo que vale en sí.
Sí y no. Es verdad que siendo un mecanismo forzado impone, en ese sentido obliga. No necesariamente la persona que es impuesta o que el partido obliga a llevar por mandato de la ley, es de la mejor calidad. Pero pasa igual con los varones, yo creo que en el balance entre lo bueno y lo malo, tiene la virtud de abrir un camino, forzado, impuesto legalmente, pero abre el camino y eso me parece muy positivo. Luego de ello debe primar es la capacidad personal.
Entre las muchas mujeres líderes, hay algo en común: que no siguen el camino de otras mujeres de optar por el matrimonio y tener familia.
Bueno, eso yo lo miro en mi caso como un defecto, quizás como algo en lo que no he sabido darme el tiempo necesario para hacerlo. Pero no es la experiencia de muchas mujeres líderes y que tienen posiciones importantes en otros lugares del mundo. En Inglaterra, el problema no es de la señora Thatcher, sino de su esposo. Hoy comienzan a destacar muchas “esposas”, la de Clinton, la de Fox, la de Kirchner en Argentina que es una senadora muy destacada y con mucha ambición política. Así que yo no creo que haya una regla, en todo caso, creo que no se puede generalizar, ni creo que puedas hacer un común denominador. Tenemos a Soledad Alvear que es una gran amiga mía, casada con Gutenberg Martínez, los dos son políticos, han sabido combinar muy bien el quehacer político. En todo caso lo respecto a mí digo he priorizado otras cosas y quizás no he sabido darme tiempo.
¿Cree que hay mucho machismo en la política?
Creo que hay todavía, a mí me queda muy claro con mis estudios sobre el tema que no es un tema cuantitativo, cuando tú preguntas hay un 85 a 90 por ciento que dice: pero, por supuesto, la mujer debe tener las posibilidades más altas. Ya en el análisis personal, en esa cosa intuitiva, en los estudios más cualitativos que cuantitativos aparecen los temores, la resistencia, el temor o la inseguridad que da nunca haberlo experimentado, ¿podrá?, ¿tendrá fuerza? ¿tendrá capacidad? Son las preguntas que se hacen con frecuencia porque son parte de una experiencia no vivida, pero yo creo que es un fenómeno en el que se ha avanzado mucho, y creo que va a haber una tendencia en las próximas décadas a que las figuras femeninas comiencen a tener un arraigo y una vez que se rompa el dique, una vez que se admita como natural, yo creo que el proceso será muy competitivo, entre varones y mujeres.
Hay muchas que vencen obstáculos pero no llenan las expectativas. Como Paulina Arpasi, por ejemplo.
Presumo que debe ser muy difícil, una cosa es ser una figura nueva, distinta y representativa y otra cosa es la capacidad de meterte a una institución que tiene sus reglas, sus estilos y en los que son pocos los que logran marcar una presencia. La tendencia es a una generalización más o menos mediocre de la actuación parlamentaria. Destacan unas cuantas figuras que son las que llevan la voz cantante en el Congreso. No creo que haya sido para la señora Arpasi un ambiente fácil para desenvolverse. En general, creo que para quien tenga pocos conocimientos de Derecho es difícil sentirse cómodo en el Congreso.
Durante su época de congresista tenía la imagen de ser una persona bastante íntegra. ¿Se sobrevive en política sin traicionarse?
Sí, solo hay que proponérselo. No hay que dejarse conmover por los cantos de sirena, el aplauso fácil o la escena de televisión. Superada esa tentación, no hay cosa más satisfactoria que quedarse solo cuando uno defiende lo que piensa.
¿Cómo es ese “canto de sirena”?
La parafernalia de la política te envuelve y todos tenemos una cuota de vanidad. De pronto, sales del Congreso y tienes ocho cámaras que te apuntan. Hay algunos para quienes, además, significa un ingreso que nunca ha tenido en su vida, un tratamiento que no han conocido antes y la política te enreda mucho en esas cosas efímeras y sin importancia, que tiene que ver con la vanidad a la que ningún ser humano es ajeno.
¿Las mujeres son menos corruptas que los hombres?
No creo que pueda generalizarse, pero hay una cierta tendencia nuestra en todos los campos de la vida a ser más cuidadosas con lo ajeno, a saber que el dinero cuesta y que por lo tanto hay que usarlo mejor, una tendencia a ser más transparente, a rendir mejor las cuentas. Hay mujeres también muy pillas, muy sinvergüenzas. La condición femenina no es una condición de perfección. Sí creo que las mujeres tenemos una vocación más natural que los hombres a ser transparentes.
¿Cree usted que el futuro de la política es de la mujer?
No tanto como eso. Pero sí creo que en la búsqueda de lo nuevo, hay un cansancio de lo tradicional, de la política y en eso está la búsqueda. Yo sí creo que va a haber un espacio para que el liderazgo femenino sea percibido por la gente como una nueva ilusión. Fíjate en el ambiente tan expectante que generó el premierato de Beatriz Merino, era la primera vez que una mujer estaba, además una mujer decente, se le veía bien y yo creo que eso se va ir produciendo. Hay la búsqueda de nuevos paradigmas y en ese sentido una mayor presencia femenina creo que puede ser un paradigma importante. Dependerá de cuánta capacidad tengamos de poder hacerlo bien para que lo que hoy suena extraño, se convierta en natural y eso es lo que a veces nos toca a las mujeres con especial esfuerzo. Yo tenía un letrerito que decía: Una mujer tiene que hacer dos veces lo que hace un hombre para ser reconocida la mitad, pero afortunadamente no es difícil. Pero es verdad, hay un juicio mucho más severo, primero es lo extraño, lo nuevo, entonces crea expectativa y una vez que llega el juicio es severísimo. No deja pasar una. Lo ves desde que las mujeres manejamos, claro, tenía que ser mujer, cómo se le ocurre cruzar de esa manera. Son reacciones muy frecuentes ante lo que no era lo usual, y el juicio de valor es muy severo. Pero yo tengo mucha fe en que la presencia de la mujer va ir creciendo porque hay gente muy valiosa, joven que trae sangre fresca. Creo que hoy la mujer profesional es muy destacada, cuando una mujer se empeña en algo, lo demuestra con eficiencia. Yo sí creo que hay un lugar ganado para que el liderazgo femenino camine. Lo ideal sería una situación en la que sea natural, en la que las mujeres compartamos responsabilidades y se busque cada cual en función de su capacidad.
¿Usted cree que en el futuro del país haya una mujer presidente?
Sí, no tengo la menor duda, y habrá varias. En el momento que se rompe el dique, creo que el camino va a producirse. Es más creo que es un dique que se va a romper en varios lugares en América Latina, entonces creo que eso va a ir quebrando un mito, y el día que rompe el mito el proceso ya camina solo. Lo que pasa es que mi generación tuvo el privilegio frente a la anterior que ni lo soñaba, a mí generación le toca romper ese dique. El día que lo hayamos roto el tema va a fluir con naturalidad y verás como discurren por la vida política, empresarial, académica, económica, destacadísimas mujeres.
¿Usted cree que esta mujer pueda ser Lourdes Flores?
Me encantaría. Voy a luchar por serlo. Soy la que más empeño le ha puesto hasta hoy. Soy la mujer peruana que más se ha empeñado por ser Presidente de la República. Pero soy una demócrata y eso no depende de mi voluntad y mis esfuerzos, sino de la voluntas de otros.
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